Caminando por Ponte Sant’Angelo, en Roma, hacia el castillo del mismo nombre, te encuentras con una escultura colocada en el suelo. Es el cuerpo de un joven migrante, dormido, de tamaño natural. La obra se titula «Estoy listo para el flagelo», y tenía el objetivo de ser un símbolo contra el racismo. O al menos eso es lo que se quería. En los últimos días la escultura ha sido «desfigurada y arrasada de una manera realmente terrible».
Según las intenciones del artista, la escultura que simboliza el antirracismo debería haber sido subastada con un monto de partida de 1.250 millones de euros. «Las ganancias luego irían a una asociación que ayuda a los refugiados», se limitó a comentar el autor Jacopo Cardillo, alias «Jago».
A diferencia de otras cicatrices sufridas en el pasado (varios dedos, una mano y luego un brazo) esta vez la escultura fue desfigurada de tal manera que comprometía su permanencia en un lugar público, ya que la ausencia de las piernas hizo peligroso incluso para aquellos que solo la hubieran tocado. Las autoridades tuvieron que retirar permanentemente la escultura hasta próximo aviso.
«Haremos todo lo posible para localizar a los incivilizados que han cometido la desfiguración, que serán severamente perseguidos gracias a las nuevas normas que protegen el patrimonio cultural”, explicó Julia Silvia Ghia, la asesora de seguridad del primer municipio de Roma.